domingo, 21 de diciembre de 2008


Toda revolución que se preste a llegar a algo, debe ser social. Así mismo debe ir acompañada de una revolución artística, literal o cultural. Es decir, hay que inventar, hay que crear.

Con relación al arte siempre ha existido algo representativo de la era a la que acompaña. Desde las imperiosas pirámides egipcias, pasando por los templos griegos, las técnicas constructivas romanas, las nuevas iconografías bizantinas, el arte hispano-musulmán, la Europa medieval con sus majestuosas catedrales góticas, los genios literarios del imperio español, la cultura humanista del renacimiento en Italia etc etc…

En el mundo en el que hoy vivimos, es necesaria una revolución en todos los aspectos. No podemos seguir anclados en el modernismo con sus nuevas variantes. Esta corriente lleva con nosotros desde principios del siglo pasado. La post-modernidad deriva en el deconstructivismo, que es la rebelión ante el abuso de la racionalidad, fue un periodo muy corto de finales del siglo XX. El deconstructivismo es “escritura” aconceptual, cuando no, anti-conceptual, que trata de derribar todas las jerarquías establecidas.

En la actualidad el mundo de la pintura, la arquitectura, la escultura, el cine… Representa la realidad existente, que no es más que un mundo sin ideología, este mundo es inestable, fracturado, globalizado. Esta fragmentación es la metáfora de la forma que va a dar resultado a estas artes, basadas en la fluidez discontinua y sin “forma”. Las formas de estas artes se convierten en el espectáculo que la sociedad demanda y dado que esta sociedad está dormida y no demanda nada, sus formas no representan nada.

¡Creemos una nueva revolución! Que sea real, con principios, los cuales se representen en las diferentes vertientes artísticas. Ésta debe ser estable, con una concepción sólida y humana de lo que hoy el mundo y sus villanas intenciones nos plantea. Basémosla en unos verdaderos DERECHOS HUMANOS, en las necesidades del día a día, en la negación de la mentira del sistema dictatorial que nos oprime.

Solo así lograremos crear la tan anhelada nueva revolución del siglo XXI, acompañada de una nueva corriente artística. Dejando de mirar antiguas corrientes, que no se adaptan en absoluto a la situación y el momento actuales, y creando la nueva, la nuestra, conseguiremos cambiar la realidad.

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