Ayer 20 de febrero se cumplió el centenario de una corriente que, aunque duró poco, fue rompedora por sus ideales contrarios a todo lo existente hasta el momento. El futurismo nace en el siglo XX, el siglo de las Vanguardias.
Este es el siglo las guerras, de los enfrentamientos. Vanguardia significa por delante de la guardia. El siglo XX es el siglo de la vanguardia en el arte, la ciencia y la cultura. El arte va a cambiar, rompe con lo tradicional, La reproducción de la imagen no va a ser llevada a cabo por el arte. El arte se entiende para que todo el mundo tenga derecho a disfrutarlo y no solo para entendidos. El arte nuevo nace de la sociedad dando muerte a lo tradicional.
El futurismo es de origen italiano. Marinetti es el precursor de este movimiento, quien escribió el “Manifiesto futurista” y a fecha 20 de febrero de 1909 lo publica en el periódico parisino “Le Figaro” .En él se propone un nuevo estilo de rebeldia, declarando radicalmente el antiromanicismo, respondiendo en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada de las grandes ciudades. El grupo de los futuristas acepta y adopta el maquinismo.
“Declaremos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva; la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras... un automóvil rugiente, que parece correr sobre una estela de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia”.
En 1910 este movimiento está ya totalmente activo liderado por Marinetti. Sus características principales es el dinamismo y el movimiento. Aunque el futurismo tuvo una corta existencia, aproximadamente hasta 1914, su influencia se aprecia en las obras de Marcel Duchamp, Fernand Léger y Robert Delaunay en París, así como en el constructivismo ruso.
En 1915 algunos de los representantes del futurismo, como Marinetti y Sant'Elia, se enrolaron en un batallón de voluntarios, de acuerdo con el punto nueve de su decálogo fundacional, donde se ensalzaba la guerra como la única higiene del mundo. Algunos de ellos murieron, como Sant'Elia, y los demás radicalizaron sus posiciones, como la conocida conversión al fascismo en las elecciones de 1919.
En pintura, destacan Russolo, Carrá, Boccioni, Balla o Severin. Quieren crear un arte nuevo, acorde con la mentalidad moderna, los nuevos tiempos y las nuevas necesidades. Para ello toma como modelo las máquinas y sus principales atributos: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento y la deshumanización. Dignifica la guerra como espacio donde la maquinación, la energía y la deshumanización han alcanzado las máximas metas.
El efecto de la dinámica se transmitía en vibrantes composiciones de color que debían producir un paralelismo multisensorial de espacio, tiempo y sonido. Al principio, se valieron para la realización de sus objetivos artísticos de la técnica divisionista, heredada del neoimpresionismo y más tarde se aplicó la técnica cubista de abstracción como procedimiento para desmaterializar los objetos. A partir de estas premisas, la representación del movimiento se basó en el simultaneismo, es decir, multiplicación de las posiciones de un mismo cuerpo, plasmación de las líneas de fuerza, intensificación de la acción mediante la repetición y la yuxtaposición del anverso y del reverso de la figura.
En Arquitectura Antonio Sant’elia es el destacado, este recoge las ideas de manifiesto de Marinetti imaginando y describiendo la ciudad utópica. Italiano. En sus principios es también influenciado por el movimiento secesionista sobretodo de Otto Wagner. Sin terminar los estudios encuentra un trabajo en un estudio y se presenta a un concurso estudiando la nueva visión de la ciudad. Abandona sus primeros impulsos influenciados por la secesión y se dedica en pleno a la Ciudad Nova que es una arquitectura dinámica con pasarelas mecánicas, ferrocarriles… En 1928 inaugura una de sus pocas obras, “el cementerio”. Sant’elia busca un nuevo urbanismo y su arquitectura es dinámica.
En interpretación, destaca el “Teatro Síntetico”, cuyo sincronismo había sido trazado en detalle en el manifiesto de Teatro Sintético futurista de 1915. Esta noción fue explicada: “Sintético. Es decir, muy breve. Condensa en unos pocos minutos, en unas pocas palabras y unos pocos gestos, innumerables situaciones, sensibilidades, ideas, sensaciones, hechos y símbolos”.
La síntesis futurista constaba deliberadamente de breves performances de “una idea”. El manifiesto condenaba el teatro apegado al pasado por su tentativa a presentar el espacio y el tiempo de manera realista: “Apretuja muchas plazas de ciudad, paisajes, calles, en la salchicha de una sola habitación”, se quejaba. Por el contrario, el teatro sintético futurista se debía, mecánicamente, a fuerza de brevedad, deseaba lograr un teatro por completo nuevo y perfectamente acorde con su rápida y lacónica sensibilidad futurista. De modo que el escenario se reducía a un mínimo desnudo.
Los futuristas rechazaron explicar el significado de estas síntesis. Resultaba "estúpido consentir el primitivismo de la multitud, que en el análisis último quiere ver que el individuo malo pierde y el bueno gana". No había razón alguna, continuaba el manifiesto, de que el público siempre debiera comprender de manera total los detalles de cada acción escénica. A pesar de este rechazo a dar "contenido" o "significado" a las síntesis, muchos de ellos se centraban en gags reconocibles sobre la vida artística. Su duración estaba calculada de manera muy similar a secuencias del teatro de variedades, con escena introductoria, frase clave y salida rápida.
En el ámbito literario, el futurismo italiano tuvo sus mejores exponentes, además de en Marinetti, en A. Palazzeschi, C. Govoni y A. Soffici. Marinetti era ya un poeta reconocido en París y Milán cuando lanza su manifiesto. Emprende una gira de recitales poéticos por toda Francia y se convierte en secretario de redacción de la revista simbolista La plume, además de colaborar en el órgano del grupo de los Nabis, La Revue Blanche. En 1902 publicaría su primer libro, La conquista de las estrellas, y dos años más tarde un volumen poético, en clave decadentista, bajo el título de Destrucción.
En 1905 se producen dos hechos significativos dentro de la cronología futurista. Marinetti publica su tragedia festiva El rey francachela (Roi Bombance) y funda, ya en Milán, la revista Poesía, en la que irán apareciendo los versos de los simbolistas G. Kahn, A. Jarry, A. Holz, J. Moréas, E. Verhaeren o de los poetas italianos L. Altomare, P. Buzzi, C. Govoni, L. Folgore, A. Palazzeschi, y G. P. Lucini, entre otros, algunos de los cuales serían después miembros activos del movimiento futurista literario, como lo fueron Giovanni Papini, Ardengo Soffici o Pratella.
Audacia y revolución fueron los elementos básicos de la nueva lírica futurista. Respecto a la sintaxis, se abogó por la palabra libre de nexos y puntuaciones; los verbos en infinitivo, el predominio de la imagen y la sustitución de la puntuación por signos musicales y matemáticos.
sábado, 21 de febrero de 2009
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