lunes, 23 de febrero de 2009
PARTE 1
Guerras, depredación e inmigración forzada se reparten la realidad del continente africano. Esto no viene de ahora, pero centrándonos en lo que ocurre hoy en día, la madre de todas las guerras y conflictos es la que las grandes multinacionales llevan a cabo para controlar los recursos naturales africanos.
África posee infinidad de recursos naturales, pero al mismo tiempo sobreabunda la pobreza. En su cultura hay un profundo amor hacía todo lo relacionado con la vida, a la vez que la vida no vale nada y se puede morir fácilmente. Padece las secuelas de guerras y conflictos que no solo generan muertos, también desplazamientos masivos internos, éxodos a países vecinos, autenticas matanzas, genocidios, limpiezas étnicas, verdaderas salvajadas que nosotros somos incapaces de concebir en nuestra pequeña burbuja. Todas ellas provocadas por el capitalismo, la globalización y los políticos del sistema a quienes no les interesa que ningún pueblo conserve su propia identidad. Un claro ejemplo es que en África existen graves carencias de educación tanto primaria como secundaria y universitaria, que nos demuestra que todos los recursos del continente y por lo tanto de su pueblo son usados por el capital, desde el primero, sus propios habitantes -más de 100.000 titulados superiores africanos desempeñan su trabajo hoy en día en Europa- como por supuesto cualquier recurso natural. Estos recursos en vez de convertirse en medios para el desarrollo de su pueblo, han mutado en intereses para las guerras que financian las grandes multinacionales.
Este puzzle con 53 países independientes, en donde viven más de 861 millones de personas, se ha convertido en el escenario más sangriento de la tierra después de la Segunda Guerra Mundial gracias a sus guerras y golpes de Estado seguidos muchas veces de durísimas represiones. Es verdad que ha habido y hay sátrapas de la peor ralea, como Idi Amin, Michel Michombero, Sekou Touré, Jean–Baptiste Bagaza, Menghistu Haile Mariam, Francisco Macías, Jean Bedel Bokassa, Mobutu Sese Seko, Gnasingbé Eyadema, Teodoro Obiang, Paul Kagame o Robert Mugabe. Pero también es cierto que muchos de estos y otros dictadores ocuparon el poder con el apoyo del capitalismo, a cambio de tener sus manos libres para explotar recursos a bajo precio o quitar de en medio a dirigentes incómodos y no manejables.
Los recursos africanos:
El continente africano interesó siempre a vampiros capitalistas porque es un abastecedor privilegiado de materias primas. Y va a seguir interesando todavía más, a medida que se vaya descubriendo y explotando más sus yacimientos petrolíferos. La guerra de Angola, por ejemplo, duró tantos años porque este país posee grandes yacimientos petroleros, de oro y diamantes. La guerra de Sierra Leona estalló por los diamantes. El acuerdo de paz en Sudán –un país en guerra desde 1986– no acaba de cuajar porque los contendientes, desean controlar las mayores cuotas posibles de petróleo, que se encuentra en el sur del país. La estabilidad en Costa de Marfil se resquebrajó porque Francia no quiere que nadie usurpe su puesto de inversor casi exclusivo.
Son algunos ejemplos que evidencian una realidad sombría: en los países africanos no se lucha por ninguna ideología, sino pura y llanamente para acaparar parcelas de poder y de riqueza. Mientras tanto esos dirigentes, todos colocados por las multinacionales y sustituidos cada 2 o tres años por otros más salvajes, se encuentren absorbidos por la idea capitalista del tanto tienes tanto vales.
Además se percibe otro problema nuevo, surgen cada vez más movimientos armados, sin preparación militar alguna, que controlan zonas de un territorio. Son más bien bandidos, que hacen de la lucha armada una forma de vida. Obligan a niños a empuñar las armas y raptan a niñas como esclavas sexuales.
El caso más paradigmático es el llamado Ejército de Resistencia del Señor que opera en el norte de Uganda. No es un juego, más de 500.000 personas viven desplazadas por estos cristianos no catalogados como terroristas y financiados por vampiros -nosotros sufrimos sus efectos, las olas de inmigración, que repercuten en nuestra sociedad- y lo que es peor, a consecuencia de los ataques de unos guerrilleros apoyados y armados por el Gobierno sudanés, como réplica por la ayuda que presta el Gobierno ugandés al SPLA -siglas inglesas del Ejército para la Liberación del Pueblo Sudanés-, que opera desde 1983 en el Sudán Meridional.
La Pesadilla de Darwin PARTE 1
CONTINUARA EL PROXIMO LUNES...
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