miércoles, 14 de enero de 2009


Mi barrio aislado, no se puede acceder por coche por ningún sitio. Colegios cerrados, el parque tomado por la infancia, sus sonrisas, mayores jugando como nunca jugaban, vuelven los cartones a las reposaderas por los barrancos, que día más feliz. La gente sonríe, los pajaritos cantan... ¡El aeropuerto parado!

"La noche iluminada por la nieve en los campos no me deja dormir y pienso en el día tan irreal tan distinto al resto, hoy vivido.

Vine andando desde el trabajo, porque no tenía la posibilidad del autobus, caminaba, por la calzada de una autopista vacía y de blanco intacto.

Ningun lata ruidosa y eléctrica me molestó en mis pensamientos.

Veía su inutilidad frente al clima, frente a la inclemencia de la Naturaleza que tanto dañan. Daban igual su potencia, su velocidad, sus adelantos e innovaciones.

Me reía de la impotencia de la gente, de lo absurdo de sus vidas enlatadas al vacío. Todo hueco y carcomido.

Las latas se chocaban, como si el día fuera agitado y pensado por un inocente niño: Que cierre la escuela y callen los pesados profesores, que pueda hacer un muñeco de nieve en la plaza, pero que estén mis padres, mis hermanos, mis amigos.

Solo se oyeron sus risas, los bolazos de sus soñadas batallas, sin muertos ni heridos.

Ni los aviones se oían, por fin las aves fueron las dueñas del aire y viento. Viento frío que no entendía de tiempo, tiempo que no entendía de viento; y todo arreglado.

Los caminos recobraban alegría de humanidad vanidosa, y la levedad cubría campos. Así veremos más fácilmente las huellas del grajo, el conejo y la urraca, sobre la ligera nieve.

Que el Sol venga y lo respete, que la gente aprecie esto y lo olvide. Es la lección de todo lo que podemos perder y no volver a ver, es la lección de ver lo que no siempre vemos. Todo sobrepasado y bloqueado por lo salvaje”

Somos extremistas y amamos los extremos. Solo ellos destruyen y crean.

LaHormigaAtómica

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